RONDA 3 - III EDICIÓN DEL TREMEBUNDO CONCURSO DE MICRORRELATOS AZKENEROS - Votaciones cerradas. ¿gala?

salakov escribió:Desde Pirineos, Sarvisé, a los pies de Ordesa... os saludo y condeno vuestra molicie.

¡Venga!

silver escribió:08 - La camiseta
Contempló malhumorado el armario. Su camiseta favorita (la de los Maiden) ya no estaba allí. Pero sabía dónde encontrarla. Aporreó la puerta de la habitación de Lucía. No hubo respuesta y entró. Todo el monstruoso desorden de una cría de once años le recibió. Encontró su camiseta en el suelo, hecha un guiñapo. A su hija le encantaba y ya ni la pedía por favor, se la ponía sin preguntar. ¿Por qué respetaba tan poco las cosas de los demás? Furioso, pensó en darle una lección: destruir su prenda favorita. Agarró las bambas e iba a defenestrarlas cuando miró a su alrededor. El caos; los posters de anime en la pared; los peluches. ¿Cuánto faltaba para que Lucía dejara de ser una niña? Y, de repente, se sintió tan triste que fue incapaz de consumar la venganza. Se limitó a a coger la camiseta y salir.

silver escribió:01 - SAM SARPONG
Contempló malhumorado el armario. Su ropa no estaba, ni tampoco su habitual montaña de zapatos, sandalias y otros calzados. Todo había desaparecido; incluidos los caros fulares que le había regalado por su cumpleaños. Zoe se había largado. Golpeó fuertemente las puertas hasta reventarlas, salió despavorido de la habitación, abandonando el viejo apartamento ubicado en la zona más cutre de Venice Beach; y se subió a su Ford Mustang de segunda mano. Vicent estaba enojado. El odio le salía a borbotones de su apesadumbrada alma; y no pudo volver a pensar con claridad. Su mente se bloqueó, y cientos de recuerdos de ella se agolparon en su cabeza como tortuosas imágenes de una tortuosa relación. Condujo por la Interestatal 10, para desviarse por la Autopista 100 Norte. Su destino era el Colorado Street Bridge; aunque desconocía si acabaría teniendo el coraje del malogrado Sam Sarpong.

silver escribió:02 - EL CIELO ELÉCTRICO
Contempló malhumorada el armario  hundiendo su mirada en las profundidades de la estantería superior.
Alzó entonces sus brazos  y  sostuvo en el aire el viejo aparato mientras murmuraba unas palabras entre dientes sin mover los labios.
Se acercó entonces a la ventana y la abrió con sumo cuidado de no hacer ningún ruido que alertara a algún vecino.
Entonces  de sus manos salió una pequeña voz:
“ ¿Por qué  estas haciendome esto a mi?”
Sorprendida contestó:
“ Porqué eres vieja y funcionas como el culo  y ha llegado la hora de reemplazarte”
Dicho esto  lanzó el viejo Zarrio por la ventana  y  mientras caía  al abismo escuchó en el viento cómo la vocecilla le replicaba :
“Seré una Tostadora y seré Vieja, pero yo ahora me voy al cielo  eléctrico  a ser  feliz y tu seguiras siendo una Puta  Zorra  y después iras al infierno”.
Sin inmutarse  cerró de nuevo la ventana  y  se dirigió a la cocina a buscar otro terrón de azúcar.

silver escribió:03 - Buhardilla económica en el extra-radio
Contempló malhumorado el armario. Camiseta recuerdo de Oporto, del 2003, había engordado 15 kilos desde entonces. El polo que le quedaba bien en la tienda, por aquello de esa chica tan formal, sólo se la puso tres veces. La camisa de la entrevista de trabajo, la de la conversación sobre las películas coreanas con el tipo de los recursos humanos. La camiseta de Motörhead, pone Germany en vez de England. La colección de Ladrones, Raciones, Reuniones y Ramones. Acarició la camiseta agujereada de Discharge, ya no se la ponía. Cerró el armario, se quitó los zapatos y encendió la radio.

silver escribió:04 - Azul
Contempló malhumorado el armario, era un armario perfecto de acabados muy bien rematados y bisagras silenciosas. Le entraba toda la ropa de verano y en el doble fondo toda la ropa de invierno. La madera de nogal era perfecta para su armario y el tinte azul le daba el toque de distinción que se merecía. Pitufo Carpintero había hecho un trabajo perfecto, pero Gruñón debía hacer honor a su nombre.

silver escribió:05 - Castigos
Contempló malhumorado el armario. Era la quinta vez que lo hacía. Pensó que su padre podría ponerlo mirando a la pared. Al menos así se entretendría contando el gotelé.

silver escribió:06 - Solo queda el cielo
Contempló malhumorado el armario. De entre todas sus desgastadas camisas, Tom cogió la menos arrugada, metió el resto de ropa en la maleta y salió a la calle. Llevaba un rato andando por la avenida, cuando en la distancia divisó a un viejo amigo. Estaba sentado en un banco diluyendo gel combustible en agua. Cuando estaba a punto de llegar a su altura, un niño pequeño se acercó al hombre que preparaba el brebaje guiado por la curiosidad.

-No te acerques a ese hombre, está loco-murmuró el padre entre dientes mientras se llevaba al niño en volandas.

-No hace mucho tiempo, ese hombre no era muy diferente de usted. Ese veneno simplemente le ayuda a olvidarse de comer y de otro montón de cosas, con la ventaja que esto supone cuando no tienes nada. No, no es locura el mal que aqueja a este hombre. Sólo está terriblemente solo-contestó Tom.

silver escribió:07 - Lo que hace siempre ella
<< Contempló malhumorada el armario y sin reparo se adentró.  >>

Me sorprendo y comenta que ha tenido un mal día y que allí dentro se está muy a gusto. Entra e inicia una marcha atrás, el tiempo se invierte y se hace pequeña poco a poco. Ajena del presente, se vuelve rorro entre jerséis de algodón, lana y cachemir. Revive suaves escalofríos y se borran todos los fríos y amargos sabores. No se alimenta, la alimentan. Nada, bucea y es feliz. Hasta que de un momento al otro y por sorpresa se ahoga y echa de menos el aire. Sale de ese armario para volver a nacer y afrontar con fuerza otro día más.

silver escribió:08 - La camiseta
Contempló malhumorado el armario. Su camiseta favorita (la de los Maiden) ya no estaba allí. Pero sabía dónde encontrarla. Aporreó la puerta de la habitación de Lucía. No hubo respuesta y entró. Todo el monstruoso desorden de una cría de once años le recibió. Encontró su camiseta en el suelo, hecha un guiñapo. A su hija le encantaba y ya ni la pedía por favor, se la ponía sin preguntar. ¿Por qué respetaba tan poco las cosas de los demás? Furioso, pensó en darle una lección: destruir su prenda favorita. Agarró las bambas e iba a defenestrarlas cuando miró a su alrededor. El caos; los posters de anime en la pared; los peluches. ¿Cuánto faltaba para que Lucía dejara de ser una niña? Y, de repente, se sintió tan triste que fue incapaz de consumar la venganza. Se limitó a a coger la camiseta y salir.

silver escribió:09 - Pueblo tras las sombras
Contempló malhumorado el armario, enfadándose con las arañas por haber ocupado un lugar que una vez fue suyo. Nada en esa casa era como recordaba: los espacios se habían acortado, los objetos achicado. Todo olía a viejo. A humedad.
Melancólico y gris salió a la calle para constatar que no se puede regresar al pueblo de nuestra niñez. Los perfiles de las calles por las que correteaba habían cambiado. Era necesario dejar de mirar, indagar tras el pueblo detrás de las sombras del pueblo que a simple vista advertía, tras ese inalterable pueblo suyo de la infancia donde él era un fantasma prisionero. Una sombra chinesca, y nada más.
Un adulto cerrando los ojos.

(parques de hormigón)

(la tienda de chuches de Ángel)

(esquinas perfectas para jugar al esconderite)

(un cine con suelo de madera)

(balones)

(cromos de fútbol)

(churro-mediamanga-mangaentera)

(costras en las rodillas)

Una silueta de un niño jugando.

silver escribió:01 - SAM SARPONG
Contempló malhumorado el armario. Su ropa no estaba, ni tampoco su habitual montaña de zapatos, sandalias y otros calzados. Todo había desaparecido; incluidos los caros fulares que le había regalado por su cumpleaños. Zoe se había largado. Golpeó fuertemente las puertas hasta reventarlas, salió despavorido de la habitación, abandonando el viejo apartamento ubicado en la zona más cutre de Venice Beach; y se subió a su Ford Mustang de segunda mano. Vicent estaba enojado. El odio le salía a borbotones de su apesadumbrada alma; y no pudo volver a pensar con claridad. Su mente se bloqueó, y cientos de recuerdos de ella se agolparon en su cabeza como tortuosas imágenes de una tortuosa relación. Condujo por la Interestatal 10, para desviarse por la Autopista 100 Norte. Su destino era el Colorado Street Bridge; aunque desconocía si acabaría teniendo el coraje del malogrado Sam Sarpong.

silver escribió:02 - EL CIELO ELÉCTRICO
Contempló malhumorada el armario  hundiendo su mirada en las profundidades de la estantería superior.
Alzó entonces sus brazos  y  sostuvo en el aire el viejo aparato mientras murmuraba unas palabras entre dientes sin mover los labios.
Se acercó entonces a la ventana y la abrió con sumo cuidado de no hacer ningún ruido que alertara a algún vecino.
Entonces  de sus manos salió una pequeña voz:
“ ¿Por qué  estas haciendome esto a mi?”
Sorprendida contestó:
“ Porqué eres vieja y funcionas como el culo  y ha llegado la hora de reemplazarte”
Dicho esto  lanzó el viejo Zarrio por la ventana  y  mientras caía  al abismo escuchó en el viento cómo la vocecilla le replicaba :
“Seré una Tostadora y seré Vieja, pero yo ahora me voy al cielo  eléctrico  a ser  feliz y tu seguiras siendo una Puta  Zorra  y después iras al infierno”.
Sin inmutarse  cerró de nuevo la ventana  y  se dirigió a la cocina a buscar otro terrón de azúcar.

silver escribió:03 - Buhardilla económica en el extra-radio
Contempló malhumorado el armario. Camiseta recuerdo de Oporto, del 2003, había engordado 15 kilos desde entonces. El polo que le quedaba bien en la tienda, por aquello de esa chica tan formal, sólo se la puso tres veces. La camisa de la entrevista de trabajo, la de la conversación sobre las películas coreanas con el tipo de los recursos humanos. La camiseta de Motörhead, pone Germany en vez de England. La colección de Ladrones, Raciones, Reuniones y Ramones. Acarició la camiseta agujereada de Discharge, ya no se la ponía. Cerró el armario, se quitó los zapatos y encendió la radio.

silver escribió:04 - Azul
Contempló malhumorado el armario, era un armario perfecto de acabados muy bien rematados y bisagras silenciosas. Le entraba toda la ropa de verano y en el doble fondo toda la ropa de invierno. La madera de nogal era perfecta para su armario y el tinte azul le daba el toque de distinción que se merecía. Pitufo Carpintero había hecho un trabajo perfecto, pero Gruñón debía hacer honor a su nombre.

silver escribió:05 - Castigos
Contempló malhumorado el armario. Era la quinta vez que lo hacía. Pensó que su padre podría ponerlo mirando a la pared. Al menos así se entretendría contando el gotelé.

silver escribió:06 - Solo queda el cielo
Contempló malhumorado el armario. De entre todas sus desgastadas camisas, Tom cogió la menos arrugada, metió el resto de ropa en la maleta y salió a la calle. Llevaba un rato andando por la avenida, cuando en la distancia divisó a un viejo amigo. Estaba sentado en un banco diluyendo gel combustible en agua. Cuando estaba a punto de llegar a su altura, un niño pequeño se acercó al hombre que preparaba el brebaje guiado por la curiosidad.

-No te acerques a ese hombre, está loco-murmuró el padre entre dientes mientras se llevaba al niño en volandas.

-No hace mucho tiempo, ese hombre no era muy diferente de usted. Ese veneno simplemente le ayuda a olvidarse de comer y de otro montón de cosas, con la ventaja que esto supone cuando no tienes nada. No, no es locura el mal que aqueja a este hombre. Sólo está terriblemente solo-contestó Tom.

silver escribió:07 - Lo que hace siempre ella
<< Contempló malhumorada el armario y sin reparo se adentró.  >>

Me sorprendo y comenta que ha tenido un mal día y que allí dentro se está muy a gusto. Entra e inicia una marcha atrás, el tiempo se invierte y se hace pequeña poco a poco. Ajena del presente, se vuelve rorro entre jerséis de algodón, lana y cachemir. Revive suaves escalofríos y se borran todos los fríos y amargos sabores. No se alimenta, la alimentan. Nada, bucea y es feliz. Hasta que de un momento al otro y por sorpresa se ahoga y echa de menos el aire. Sale de ese armario para volver a nacer y afrontar con fuerza otro día más.

silver escribió:08 - La camiseta
Contempló malhumorado el armario. Su camiseta favorita (la de los Maiden) ya no estaba allí. Pero sabía dónde encontrarla. Aporreó la puerta de la habitación de Lucía. No hubo respuesta y entró. Todo el monstruoso desorden de una cría de once años le recibió. Encontró su camiseta en el suelo, hecha un guiñapo. A su hija le encantaba y ya ni la pedía por favor, se la ponía sin preguntar. ¿Por qué respetaba tan poco las cosas de los demás? Furioso, pensó en darle una lección: destruir su prenda favorita. Agarró las bambas e iba a defenestrarlas cuando miró a su alrededor. El caos; los posters de anime en la pared; los peluches. ¿Cuánto faltaba para que Lucía dejara de ser una niña? Y, de repente, se sintió tan triste que fue incapaz de consumar la venganza. Se limitó a a coger la camiseta y salir.

silver escribió:09 - Pueblo tras las sombras
Contempló malhumorado el armario, enfadándose con las arañas por haber ocupado un lugar que una vez fue suyo. Nada en esa casa era como recordaba: los espacios se habían acortado, los objetos achicado. Todo olía a viejo. A humedad.
Melancólico y gris salió a la calle para constatar que no se puede regresar al pueblo de nuestra niñez. Los perfiles de las calles por las que correteaba habían cambiado. Era necesario dejar de mirar, indagar tras el pueblo detrás de las sombras del pueblo que a simple vista advertía, tras ese inalterable pueblo suyo de la infancia donde él era un fantasma prisionero. Una sombra chinesca, y nada más.
Un adulto cerrando los ojos.

(parques de hormigón)

(la tienda de chuches de Ángel)

(esquinas perfectas para jugar al esconderite)

(un cine con suelo de madera)

(balones)

(cromos de fútbol)

(churro-mediamanga-mangaentera)

(costras en las rodillas)

Una silueta de un niño jugando.

silver escribió:11 - Principios
Contempló malhumorado el armario del baño. Tal como sospechaba, ni siquiera en aquel enorme mueble había un solo libro. No había encontrado ninguno en su rastreo disimulado pero casi desesperado de la casa. Aquella chica simpática, accesible y razonablemente bonita no leía. Se palpó la erección, calibrándola. Sobreviviré, se dijo resignado.
Decidido a inventarse una excusa cualquiera volvió a la habitación y la encontró enfrascada en unas hojitas minúsculas grapadas.  

-Este vibrador tiene una función que nunca he sabido usar ¿me ayudas?- le preguntó divertida.

El grupo de hojitas medía menos que la palma de su mano. No era encuadernación rústica ni había paginación. Pero qué demonios, era un libro.

Nomeko7 escribió:Hay frase?

silver escribió:10 - La alianza de la sangre.
Contempló malhumorada el armario metálico donde guardaba los expedientes. Volvía a echar en falta el de siempre: «El charcutero de Frías». Se preparó para el próximo hallazgo, que seguramente ya presidía su mesa.
Allí estaba, tal y como había imaginado, el pequeño plato con dos trozos de morcilla frita coronados por sendos condones
El charcutero de Frías, bautizado así por la prensa, se dedicó durante más de veinte años a despachar morcillas y embutidos caseros, a la vez que ejercía de sicario para quien así lo demandara.
Estrella tuvo el honor de descubrir su secreto después de encontrar en una morcilla, regalo del charcutero, una alianza de su última víctima. Que fueran vecinos y ella le ayudara a veces a preparar las viandas, a modo de ejercicio relajante (palabras textuales de ella), la convirtió en «la gran Estrella» para sus compañeros, quienes además sospechaban de alguna otra longaniza implicada.

silver escribió:11 - Principios
Contempló malhumorado el armario del baño. Tal como sospechaba, ni siquiera en aquel enorme mueble había un solo libro. No había encontrado ninguno en su rastreo disimulado pero casi desesperado de la casa. Aquella chica simpática, accesible y razonablemente bonita no leía. Se palpó la erección, calibrándola. Sobreviviré, se dijo resignado.
Decidido a inventarse una excusa cualquiera volvió a la habitación y la encontró enfrascada en unas hojitas minúsculas grapadas.  

-Este vibrador tiene una función que nunca he sabido usar ¿me ayudas?- le preguntó divertida.

El grupo de hojitas medía menos que la palma de su mano. No era encuadernación rústica ni había paginación. Pero qué demonios, era un libro.