RONDA 3 - III EDICIÓN DEL TREMEBUNDO CONCURSO DE MICRORRELATOS AZKENEROS - Votaciones cerradas. ¿gala?

silver escribió:12 - Odio de madre
Contempló malhumorada el armario donde guardaba el Scalextric que ganó. Recordó cómo lo  montaron y colocaron los coches en los raíles. El pequeño Mario, ilusionado, activó rápidamente su mando. Tras un ruido, llegó el silencio y la oscuridad. Hicieron falta tres semanas para que el olor a transformador quemado desapareciera de la habitación.

Volvió a las barracas al año siguiente. Quiso demostrarle a Mario que aún conservaba su puntería. Apuntó al palillo y antes de disparar la carabina, oyó una melodía. Lentamente se dio la vuelta, dio unos pasos y volvió a apuntar. Apretó el gatillo. En la barraca, un hombre cayó de rodillas, tapándose la mitad de la cara. Ella subió, recogió el micrófono del suelo y acercando la cabeza a la del hombre, con voz sensual, le cantó:

- Y cuando te pregunten ¿dónde perdiste el ojo? Tú, ¿qué responderás?:

- En la “tómbola Antojitos

silver escribió:13 - Tubérculos y cefalódopos.
Contempló malhumorada el armario.
Malhumorada porque había lavado, tendido, planchado y besado cada una de esas camisas.
Malhumorada porque en el armario siempre  repasaba esas camisas como muestra de amor, pan en la mesa, trigo en el horno, niños en la escuela y cupones del viernes.
Bienhumorada porque había escapado del manantial de botellas y agresiones del primer apellido de sus hijas.
Bienhumorada porque el aroma del antipolillas olía a antipolillas y no a vino y ginebra.
Malhumorada porque su vida se había escapado en sesenta metros cuadrados, ama de casa, puta en la cama.
Bienhumorada porque podía vivir sin mirar, ni al reloj, ni a la cerradura.
Malhumorada, se dió cuenta que eran las tres de la tarde, salió del dormitorio y fué directa a la cocina.
Hoy tocaba papas con chocos. 
Bienhumorada.
Por fín era libre, entre tubérculos y cefalópodos.

silver escribió:14 - A mí nadie me titula
Contempló malhumorado el armario. El puto armario. Lo detestaba con cada pelo de su nariz. Podía sentirlos inhiestos de ira, amenazantes, cortando el aire en borrascas de oprobio. El muy cabrón. Lo aborrecía con los doce metros de su intestino. Deseaba deglutirlo, restregar su veteada perfección por... lo que sea que haya en los intestinos. ¿Mucus? Da igual, ya lo buscaría mañana. Contempló el libertinaje mal disimulado de sus puertas. Fantaseó con arrancarlas de los goznes. Se vio arrancado los goznes a dentelladas. Se imaginó arrepintiéndose de esto último. Rio mientras las baldas eran detenidas bajo una acusación falsa. Mientras eran condenadas a la crucifixión y se pudrían sobre una madera más noble y barnizada.
-¡Ja! Eso te enseñará, mueble.  
-¿Qué? Duérmete, anda.
-¿Quién odiará al armario entonces? ¿Eh? ¡Míralo! ¿Cómo me pides...
Los tiradores. No podrían ser más remilgados ni ganando el mundial de doma clásica. Puto armario... Y jodido Silver.

silver escribió:15 - Siguiendo a Marie Kondo
Contempló malhumorada el armario, ordenadísimo desde que había aplicado el método konmari para seleccionar su ropa. Las prendas que no habían pasado las normas de esta actual doctrina se hallaban esparcidas por el suelo formando una desigual y mullida alfombra y Tere era incapaz de decidirse a tirar o a regalar alguna. Las adoraba, las había escogido cuidadosamente y por regla general, fueron adquiridas en temporada de rebajas. Ella era una fashion victim y su vestidor su palacio. ¡Uy, no! Se sentía agotada, imposible tomar una determinación. Con un par de patadas acumuló aquellas bellas vestimentas debajo de la cama. Necesitaba echar una buena siesta y recuperar energía para la gran decisión final.

silver escribió:16 - Ritos de paso
Contempló malhumorado el armario. Estaba enfadado y siempre se metía en él un rato a rumiar sus rabietas entre la ropa de temporada. Al principio esa costumbre desató quejas y amonestaciones pero con el paso del tiempo le dejaban en paz. Como no se podía cerrar desde dentro, no había peligro alguno. Eso sí, debía descalzarse primero.
Sus vista seguía fija en el mueble donde había derramado lágrimas y mascullado reproches, y también aprendido alguna cosa sobre él mismo. Pero esta vez no le resultaba tan fácil la decisión. Algo en su interior se resistía. Seguía enojado y sin embargo el impulso que solía llevarlle a encerrarse en el armario, a encerrarse en sí mismo, era ya solo un eco de situaciones anteriores.
Finalmente, se tiró sobre la cama y se puso a contemplar el techo. Sus ojos tenían ya el brillo de los doce años que haría muy pronto.

silver escribió:17 - Esqueletos en el armario
Contempló malhumorado el armario, lleno hasta arriba. Su contenido apenas dejaba libres unos centímetros cúbicos aquí y allí. Enfadado por no haberse dado cuenta antes, su enojo fue transformándose en estupor. Ha de caber, pensó, ha de quedar algún hueco.
Con sumo cuidado movió los cráneos de los estantes superiores, sin resultado. Las cajas torácicas colgadas de las perchas encajaban unas con otras como un puzzle recién terminado. Las pelvis de la derecha, otro tanto. ¡Los cajones, ahí cabrá! Pero tibias y fémures no admitían un nuevo vecino.  
Desesperado, se volvió hacia la puerta de la estancia. Allí, de pie en el umbral, su nuevo e inconfesable secreto le observaba tras unas cuencas vacías, riendo con la macabra carcajada de las calaveras.  Y como si aquella risotada fuera un telúrico, sísmico temblor, del armario cayeron al suelo, en huesuda avalancha, todas las traiciones, secretos y mentiras de una vida miserable.

silver escribió:18 - Él
Contempló malhumorado el armario y pensó que aquello no podía estar ocurriendo. Sólo era la horrible escena que tantas veces había visto en esas películas aún más horribles. ¿La única novedad? El punto de vista.

Ella
Mientras recogía su ropa, le miró y pensó que qué cojones hacía ahí parado, mirando hacia el armario como un pasmarote. Cuando tuvo sus cosas entre las manos las usó como ariete contra Él para empotrarlo en el armario empotrado. Doble empotramiento, pensó riéndose como una boba.

El marido de Ella
Entró como un ladrón aunque era su propia casa. Pese a su cautela, pisó el trozo de suelo que crujía cada vez que alguien ponía un pie sobre él. Pasa, dijo, poniendo una mano en el culo de su acompañante.

La mujer de Él
Retiró aquella mano de su culo cuando se encontró frente a Ella. De qué cojones se está riendo, pensó.

silver escribió:19 - Trajes a medida
Contempló malhumorada el armario en el que guardaba el traje novia que Madame Toussaint había cosido para ella. Los mensajes eran inequívocos: Raúl y Victoria, su prometido y su mejor amiga, tenían una aventura. Enrabietada y dolida se dirigió a la retoucherie.

Entre lágrimas le contó lo ocurrido a Madame Toussaint, que la consoló y le pidió el vestido de la dama de honor y el traje del novio para hacerles unos retoques. Ella se encargaría de todo.

El día de la boda la novia lucía imponente. Raúl y  Victoria no estaban cómodos. Sus ropas ajustaban demasiado. Parecían sentarles bien pero tenían una asimetría molesta, que tiraba de sus miembros. Tanto era así que sus carnes fluyeron lentamente, deformándose guiadas por la tela hasta que antes del baile, se escurrieron de sus ropajes y se fueron por el jardín, arrastrando sus cuerpos vermiformes sobre un rastro de babas.

silver escribió:20 - Uno de mis discos favoritos.
Contempló malhumorado el armario incapaz de olvidar lo sucedido. Le había costado lo suyo expresar sus sentimientos por escrito y comprar los regalos perfectos. Pero cuando llegó el día ella no apareció. Trató de tirar, romper o incluso quemar la carta y regalos pero al final había sido incapaz de hacerlo. Habían acabado escondidos en ese cajón del armario con ropa que nunca se ponía. Pero ese día por fin se decidió a hacerlo. Fue al salón para leer por última vez lo que había escrito. Rompió la carta en mil pedazos y salió de casa a toda prisa con la intención de donar los regalos a la biblioteca. Ya delante del mostrador la mujer que le atendía miro con cara de sorpresa uno de los regalos. Y con una sonrisa le dijo lo siguiente:

-Anda, el No More Shall We Part. Es uno de mis discos favoritos…

silver escribió:21 - David Carradine
Contempló malhumorado el armario e intentó incrementar su apetito sexual haciendo contorsionismo en su interior. Desde aquel día la muerte de Bill es conocida como una de las más absurdas de la historia.

silver escribió:22 - DSTA
Contempló malhumorada el armario, lo abrió. Su vestido no estaba. Luego, Maggie, escudriñó el joyero, su alianza tampoco estaba. Era el colmo, después de aceptar dejarle algo de comida y de, con alguna reticencia, aceptar la desaparición de bisutería, esto era inaceptable. ¿La alianza de Ed? Ni hablar. Empezó a caminar por la habitación, nerviosa. Después se sentó delante del espejo centenario que reinaba sobre el tocador no menos longevo. No tardó en verla aparecer al otro lado, como había supuesto, con su vestido y alianza. La otra mujer se mostraba coqueta y engreída, aparentaba no fijarse en ella. Maggie asió el pesado joyero que adornaba el tocador y lo estampó con inusitada fuerza contra el espejo.
-¿¿¿Estás bien??? -Oyó a su hija entrando.
Al rato su hija salía triste de la habitación.
-¿Qué ha pasado? -preguntó su marido.
-Esta vez ha ido demasiado lejos, tendremos que ingresarla.

silver escribió:Bueno, desconecto un rato. Recordad que tenéis hasta las 21h para seguir mandando pequeñas obras de arte.

22 relatos para esta fecha es toda una proeza!!!! Gracias gente  

Yomis escribió:

silver escribió:Bueno, desconecto un rato. Recordad que tenéis hasta las 21h para seguir mandando pequeñas obras de arte.

22 relatos para esta fecha es toda una proeza!!!! Gracias gente  

Administración modélica.
Merece llegar a la treintena, grande Silver.

Yomis escribió:

silver escribió:17 - Esqueletos en el armario
Contempló malhumorado el armario, lleno hasta arriba. Su contenido apenas dejaba libres unos centímetros cúbicos aquí y allí. Enfadado por no haberse dado cuenta antes, su enojo fue transformándose en estupor. Ha de caber, pensó, ha de quedar algún hueco.
Con sumo cuidado movió los cráneos de los estantes superiores, sin resultado. Las cajas torácicas colgadas de las perchas encajaban unas con otras como un puzzle recién terminado. Las pelvis de la derecha, otro tanto. ¡Los cajones, ahí cabrá! Pero tibias y fémures no admitían un nuevo vecino.  
Desesperado, se volvió hacia la puerta de la estancia. Allí, de pie en el umbral, su nuevo e inconfesable secreto le observaba tras unas cuencas vacías, riendo con la macabra carcajada de las calaveras.  Y como si aquella risotada fuera un telúrico, sísmico temblor, del armario cayeron al suelo, en huesuda avalancha, todas las traiciones, secretos y mentiras de una vida miserable.

Muy Dondoniano, roborcito?

Spoiler:

Koikila escribió:Qué exquisitos, total para un ratito
Lo mismo lee en el kindle, que ahora los pisos son muy pequeños para tanto libro

Eric Sachs escribió:Fuera de competición:

" Bunsen Monamour"
Contempló malhumorado el armario y este le devolvió la mirada.
Entonces se acojonó  y se tiró un pedo  olvidándose  del mechero bunsen encendido encima de la mesa y no lejos de la caldera del butano.
Lo había conseguido,  sería portada al fin en El Faro De Vigo.

silver escribió:01 - SAM SARPONG
Contempló malhumorado el armario. Su ropa no estaba, ni tampoco su habitual montaña de zapatos, sandalias y otros calzados. Todo había desaparecido; incluidos los caros fulares que le había regalado por su cumpleaños. Zoe se había largado. Golpeó fuertemente las puertas hasta reventarlas, salió despavorido de la habitación, abandonando el viejo apartamento ubicado en la zona más cutre de Venice Beach; y se subió a su Ford Mustang de segunda mano. Vicent estaba enojado. El odio le salía a borbotones de su apesadumbrada alma; y no pudo volver a pensar con claridad. Su mente se bloqueó, y cientos de recuerdos de ella se agolparon en su cabeza como tortuosas imágenes de una tortuosa relación. Condujo por la Interestatal 10, para desviarse por la Autopista 100 Norte. Su destino era el Colorado Street Bridge; aunque desconocía si acabaría teniendo el coraje del malogrado Sam Sarpong.

silver escribió:02 - EL CIELO ELÉCTRICO
Contempló malhumorada el armario  hundiendo su mirada en las profundidades de la estantería superior.
Alzó entonces sus brazos  y  sostuvo en el aire el viejo aparato mientras murmuraba unas palabras entre dientes sin mover los labios.
Se acercó entonces a la ventana y la abrió con sumo cuidado de no hacer ningún ruido que alertara a algún vecino.
Entonces  de sus manos salió una pequeña voz:
“ ¿Por qué  estas haciendome esto a mi?”
Sorprendida contestó:
“ Porqué eres vieja y funcionas como el culo  y ha llegado la hora de reemplazarte”
Dicho esto  lanzó el viejo Zarrio por la ventana  y  mientras caía  al abismo escuchó en el viento cómo la vocecilla le replicaba :
“Seré una Tostadora y seré Vieja, pero yo ahora me voy al cielo  eléctrico  a ser  feliz y tu seguiras siendo una Puta  Zorra  y después iras al infierno”.
Sin inmutarse  cerró de nuevo la ventana  y  se dirigió a la cocina a buscar otro terrón de azúcar.

silver escribió:03 - Buhardilla económica en el extra-radio
Contempló malhumorado el armario. Camiseta recuerdo de Oporto, del 2003, había engordado 15 kilos desde entonces. El polo que le quedaba bien en la tienda, por aquello de esa chica tan formal, sólo se la puso tres veces. La camisa de la entrevista de trabajo, la de la conversación sobre las películas coreanas con el tipo de los recursos humanos. La camiseta de Motörhead, pone Germany en vez de England. La colección de Ladrones, Raciones, Reuniones y Ramones. Acarició la camiseta agujereada de Discharge, ya no se la ponía. Cerró el armario, se quitó los zapatos y encendió la radio.

silver escribió:04 - Azul
Contempló malhumorado el armario, era un armario perfecto de acabados muy bien rematados y bisagras silenciosas. Le entraba toda la ropa de verano y en el doble fondo toda la ropa de invierno. La madera de nogal era perfecta para su armario y el tinte azul le daba el toque de distinción que se merecía. Pitufo Carpintero había hecho un trabajo perfecto, pero Gruñón debía hacer honor a su nombre.

silver escribió:05 - Castigos
Contempló malhumorado el armario. Era la quinta vez que lo hacía. Pensó que su padre podría ponerlo mirando a la pared. Al menos así se entretendría contando el gotelé.

silver escribió:06 - Solo queda el cielo
Contempló malhumorado el armario. De entre todas sus desgastadas camisas, Tom cogió la menos arrugada, metió el resto de ropa en la maleta y salió a la calle. Tras un rato andando por la avenida, divisó a un viejo amigo en la distancia. Estaba sentado en un banco diluyendo gel combustible en agua. Cuando estaba a punto de llegar a su altura, un niño pequeño guiado por la curiosidad se acercó al hombre que preparaba el brebaje.

-No te acerques a ese hombre, está loco-murmuró el padre entre dientes mientras se llevaba al niño en volandas.

-No hace mucho tiempo, nosotros no éramos muy diferente de usted. Este veneno simplemente nos ayuda a olvidarnos de comer y de otro montón de cosas, con la ventaja que esto supone cuando no tienes nada. No, no es locura el mal que nos aqueja. Sólo estamos terriblemente solos-contestó Tom.

silver escribió:07 - Lo que hace siempre ella
<< Contempló malhumorada el armario y sin reparo se adentró.  >>

Me sorprendo y comenta que ha tenido un mal día y que allí dentro se está muy a gusto. Entra e inicia una marcha atrás, el tiempo se invierte y se hace pequeña poco a poco. Ajena del presente, se vuelve rorro entre jerséis de algodón, lana y cachemir. Revive suaves escalofríos y se borran todos los fríos y amargos sabores. No se alimenta, la alimentan. Nada, bucea y es feliz. Hasta que de un momento al otro y por sorpresa se ahoga y echa de menos el aire. Sale de ese armario para volver a nacer y afrontar con fuerza otro día más.

silver escribió:25 - Matrioshka
Contempló malhumorada el armario y cerró la puerta de golpe. La volvió a abrir intentando sobreponerse a las náuseas. Ropa que había llevado durante años pero que ahora le hería la vista. ¿Qué clase de engendro se vestiría así?

Sacó las prendas una por una. Cortó perneras de pantalones, cuellos de camisetas, metió chaquetas en lejía hasta que se convirtieron en una masa grisácea. Lo que sobraba lo tiró por la ventana.

Pero no iba a acabar ahí.

Después le seguiría el pelo. Dudaba entre meterlo en agua oxigenada o pasarse directamente la cuchilla de afeitar.

Y el rostro. Ojalá pudiera pagar una operación quirúrgica que lo transformara por completo. Ya encontraría otra manera.

Y el lenguaje. Y los gestos. Y las vísceras. Y todos y cada uno de los poros, como un reptil que se quita la piel muerta frotándose contra una roca.

silver escribió:08 - La camiseta
Contempló malhumorado el armario. Su camiseta favorita (la de los Maiden) ya no estaba allí. Pero sabía dónde encontrarla. Aporreó la puerta de la habitación de Lucía. No hubo respuesta y entró. Todo el monstruoso desorden de una cría de once años le recibió. Encontró su camiseta en el suelo, hecha un guiñapo. A su hija le encantaba y ya ni la pedía por favor, se la ponía sin preguntar. ¿Por qué respetaba tan poco las cosas de los demás? Furioso, pensó en darle una lección: destruir su prenda favorita. Agarró las bambas e iba a defenestrarlas cuando miró a su alrededor. El caos; los posters de anime en la pared; los peluches. ¿Cuánto faltaba para que Lucía dejara de ser una niña? Y, de repente, se sintió tan triste que fue incapaz de consumar la venganza. Se limitó a a coger la camiseta y salir.

silver escribió:09 - Pueblo tras las sombras
Contempló malhumorado el armario, enfadándose con las arañas por haber ocupado un lugar que una vez fue suyo. Nada en esa casa era como recordaba: los espacios se habían acortado, los objetos achicado. Todo olía a viejo. A humedad.
Melancólico y gris salió a la calle para constatar que no se puede regresar al pueblo de nuestra niñez. Los perfiles de las calles por las que correteaba habían cambiado. Era necesario dejar de mirar, indagar tras el pueblo detrás de las sombras del pueblo que a simple vista advertía, tras ese inalterable pueblo suyo de la infancia donde él era un fantasma prisionero. Una sombra chinesca, y nada más.
Un adulto cerrando los ojos.

(parques de hormigón)

(la tienda de chuches de Ángel)

(esquinas perfectas para jugar al esconderite)

(un cine con suelo de madera)

(balones)

(cromos de fútbol)

(churro-mediamanga-mangaentera)

(costras en las rodillas)

Una silueta de un niño jugando.

Yomis escribió:

Raruno, me recuerda a la escena de Trainspoting y el water.
Lo mejor, una nueva palabro, rorro.

Spoiler:

silver escribió:10 - La alianza de la sangre.
Contempló malhumorada el armario metálico donde guardaba los expedientes. Volvía a echar en falta el de siempre: «El charcutero de Frías». Se preparó para el próximo hallazgo, que seguramente ya presidía su mesa.
Allí estaba, tal y como había imaginado, el pequeño plato con dos trozos de morcilla frita coronados por sendos condones
El charcutero de Frías, bautizado así por la prensa, se dedicó durante más de veinte años a despachar morcillas y embutidos caseros, a la vez que ejercía de sicario para quien así lo demandara.
Estrella tuvo el honor de descubrir su secreto después de encontrar en una morcilla, regalo del charcutero, una alianza de su última víctima. Que fueran vecinos y ella le ayudara a veces a preparar las viandas, a modo de ejercicio relajante (palabras textuales de ella), la convirtió en «la gran Estrella» para sus compañeros, quienes además sospechaban de alguna otra longaniza implicada.

silver escribió:11 - Principios
Contempló malhumorado el armario del baño. Tal como sospechaba, ni siquiera en aquel enorme mueble había un solo libro. No había encontrado ninguno en su rastreo disimulado pero casi desesperado de la casa. Aquella chica simpática, accesible y razonablemente bonita no leía. Se palpó la erección, calibrándola. Sobreviviré, se dijo resignado.
Decidido a inventarse una excusa cualquiera volvió a la habitación y la encontró enfrascada en unas hojitas minúsculas grapadas.  

-Este vibrador tiene una función que nunca he sabido usar ¿me ayudas?- le preguntó divertida.

El grupo de hojitas medía menos que la palma de su mano. No era encuadernación rústica ni había paginación. Pero qué demonios, era un libro.

silver escribió:12 - Odio de madre
Contempló malhumorada el armario donde guardaba el Scalextric que ganó. Recordó cómo lo  montaron y colocaron los coches en los raíles. El pequeño Mario, ilusionado, activó rápidamente su mando. Tras un ruido, llegó el silencio y la oscuridad. Hicieron falta tres semanas para que el olor a transformador quemado desapareciera de la habitación.

Volvió a las barracas al año siguiente. Quiso demostrarle a Mario que aún conservaba su puntería. Apuntó al palillo y antes de disparar la carabina, oyó una melodía. Lentamente se dio la vuelta, dio unos pasos y volvió a apuntar. Apretó el gatillo. En la barraca, un hombre cayó de rodillas, tapándose la mitad de la cara. Ella subió, recogió el micrófono del suelo y acercando la cabeza a la del hombre, con voz sensual, le cantó:

- Y cuando te pregunten ¿dónde perdiste el ojo? Tú, ¿qué responderás?:

- En la “tómbola Antojitos

silver escribió:13 - Tubérculos y cefalódopos.
Contempló malhumorada el armario.
Malhumorada porque había lavado, tendido, planchado y besado cada una de esas camisas.
Malhumorada porque en el armario siempre  repasaba esas camisas como muestra de amor, pan en la mesa, trigo en el horno, niños en la escuela y cupones del viernes.
Bienhumorada porque había escapado del manantial de botellas y agresiones del primer apellido de sus hijas.
Bienhumorada porque el aroma del antipolillas olía a antipolillas y no a vino y ginebra.
Malhumorada porque su vida se había escapado en sesenta metros cuadrados, ama de casa, puta en la cama.
Bienhumorada porque podía vivir sin mirar, ni al reloj, ni a la cerradura.
Malhumorada, se dió cuenta que eran las tres de la tarde, salió del dormitorio y fué directa a la cocina.
Hoy tocaba papas con chocos. 
Bienhumorada.
Por fín era libre, entre tubérculos y cefalópodos.

silver escribió:14 - A mí nadie me titula
Contempló malhumorado el armario. El puto armario. Lo detestaba con cada pelo de su nariz. Podía sentirlos inhiestos de ira, amenazantes, cortando el aire en borrascas de oprobio. El muy cabrón. Lo aborrecía con los doce metros de su intestino. Deseaba deglutirlo, restregar su veteada perfección por... lo que sea que haya en los intestinos. ¿Mucus? Da igual, ya lo buscaría mañana. Contempló el libertinaje mal disimulado de sus puertas. Fantaseó con arrancarlas de los goznes. Se vio arrancado los goznes a dentelladas. Se imaginó arrepintiéndose de esto último. Rio mientras las baldas eran detenidas bajo una acusación falsa. Mientras eran condenadas a la crucifixión y se pudrían sobre una madera más noble y barnizada.
-¡Ja! Eso te enseñará, mueble.  
-¿Qué? Duérmete, anda.
-¿Quién odiará al armario entonces? ¿Eh? ¡Míralo! ¿Cómo me pides...
Los tiradores. No podrían ser más remilgados ni ganando el mundial de doma clásica. Puto armario... Y jodido Silver.

Koikila escribió:Qué exquisitos, total para un ratito
Lo mismo lee en el kindle, que ahora los pisos son muy pequeños para tanto libro

silver escribió:15 - Siguiendo a Marie Kondo
Contempló malhumorada el armario, ordenadísimo desde que había aplicado el método konmari para seleccionar su ropa. Las prendas que no habían pasado las normas de esta actual doctrina se hallaban esparcidas por el suelo formando una desigual y mullida alfombra y Tere era incapaz de decidirse a tirar o a regalar alguna. Las adoraba, las había escogido cuidadosamente y por regla general, fueron adquiridas en temporada de rebajas. Ella era una fashion victim y su vestidor su palacio. ¡Uy, no! Se sentía agotada, imposible tomar una determinación. Con un par de patadas acumuló aquellas bellas vestimentas debajo de la cama. Necesitaba echar una buena siesta y recuperar energía para la gran decisión final.