RONDA 6.14 DEL ACEITUNADO CONCURSO DE MICRORRELATOS. MIERCOLES A LAS 23:59 CIERRE DE PLAZO.

Toro escribió:1.-La insignificancia del Ser

Una vez caí del cielo. Era un huevo que, al chocar contra el suelo, se convirtió en persona. Fue como nacer. Abrí los ojos y todo era campo: había árboles, animales que corrían y también soledad, mucha soledad. Caminé unos minutos hasta que encontré un cofre de madera. Parecía llevar siglos allí. Lo abrí y estaba repleto de libros: Dostoyevski, Hugo, Miller, Allan Poe. Los leí todos y continué mi camino, hasta que divisé el Gran Árbol. Fue una revelación: un mensaje oculto sobre mi destino. Sin saber porqué caminé hacia él, intuyendo que tendría todas las preguntas a esas respuestas que mi corazón albergaba. Sin embargo, cuanto más caminaba, más lejano sentía su tronco y sus hojas azuladas. Pasaron años hasta que acepté mi verdadero destino. Digerí todas aquellas respuestas y permití que la inmensidad del campo me absorbiera hasta convertirme en una ínfima parte de su verdor.

★★★☆☆

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2.-Verde fetiche

Carlos descubrió a los 5 años que los colores simbolizaban cosas para él, aunque no sabía muy bien qué. Luego comprendió que los colores emitían olores remitentes a símbolos ocultos. El blanco olía a comida, el rojo a alegría… pero algo ocurría con el verde. Tenía algo oscuro, algo fantasmagórico. Escondía un secreto que a Carlos le costó descifrar hasta los 18 años, cuando empezó a trabajar en la fábrica de su padre.
El verde desentrañaba explotación. Cuando por fin lo descubrió, no dejaba de ver verde allí donde pusiera la mirada. Algunas personas eran de un verde más vivo, y otras tenían un tono más apagado. Incluso veía verde superpuesto en otros colores, como ocurría con la comida.
En su primer día de trabajo, Carlos quedó cegado al ver a su padre como nunca lo había visto. Desprendiendo un verde tan intenso que era imposible mirarlo a la cara.

★★★★☆

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3.- Monstra te ipsum, hoste meum!

Verde es el lino teñido de los vates celtas, el color que se intensifica en las selvas bárbaras. Mas Roma se afirma y vindica en el blanco de sus urbes y calzadas. El verde solo cabe en nuestros dominios sojuzgado, como los esclavos, sea en jardines, sea en bosques postrados ante la civilización. Sobrellevo con honor mi tarea de estabilizar la frontera en esta orilla del Rhin, pese a que me repugna su exuberancia vegetal, pues soy veterano de las legiones de Germánico. Bajo su mando vengamos la afrenta de Teutoburgo y aquellas tribus conocieron el aciago destino de todo pueblo que desafíe a Roma. Heráclides interrumpe mis meditaciones. Es médico griego, sabe ser tan amable como sincero. Me explica que sufro el mal del hombre árbol, incurable. Escudriño mis dedos, semejantes ya a troncos. Lo niega, pero temo que broten hojas. Mi cuerpo será el último campo de batalla.

★★★★☆

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4.- Reverdeciendo caquis

—¿Has visto el anuncio de la tele? Dicen piensa en verde.
—¡Hombre! —dijo alargando la e hasta el ocho tumbado— Pero eso no es lo mismo que cuando me dices: Piensa en verde actuar. ¡Inculto!
—¡Y tú eres una listilla! ¡Tú y tu federico!
—No es lo mismo. Mi logopeda dice que lo pronuncio estupendamente.
—Claro, claro. ¿Le has dicho al logopeda que guardas los yogures en el federico?¿Se lo has dicho?
—No es tan tonto como para no saber eso. Todo el mundo los guarda allí. Como tus putas botellitas verdes. ¿Dónde las guardas?¿Eh?¿Eh? —insistió otra vez con la e.
Un ángel, verde como una vara verde, atravesó el espacio que los separaba instalándolos en un silencio incómodo. Ahítos, cruzaron sus miradas, verde oliva la de él, verde menta la de ella, fruncieron los labios en una graciosa mueca y dijeron al unísono:
—Y sin en cambio te quiero.

★★★★★

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5.- El superviviente

Se habían llevado a mis familiares y a mis amigos. También a mis vecinos. No entendía por qué aquellos individuos, que solían ser educados y civilizados, se convirtieron de la noche a la mañana en una turba enfurecida. Los vimos venir a lo lejos: llegaron en tromba, arrasándolo todo a su paso. Reconocí a un señor mayor que se había parado frente a mí el día anterior, dedicándome unas agradables palabras e interesándose por mi procedencia. Ahora tenía los ojos inyectados en sangre y presumía del botín obtenido, jactándose abiertamente de su ignominioso comportamiento. El asedio fue completo, dejando mi territorio y los colindantes convertidos en lugares fantasma. Yo, testigo de excepción, miraba con tristeza infinita a mi alrededor y no acertaba a comprender cómo podía haber sobrevivido al horror. Sin saber si volverían al día siguiente iba a ser una noche muy larga para un pequeño brócoli como yo.

★★★☆☆

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6.- ¿Es estar vivo la nueva normalidad?

Nunca había pensado en la posibilidad de no ser, nadie lo piensa, es la argucia que emplea la vida para que podamos seguir viviéndola.

En un principio la infección fue leve, lenta, asintomática, pero cuando se manifestó, lo hizo de forma implacable. Su dolor fue inconcebible, atacó todos los órganos de forma tan agresiva que apenas dio una oportunidad a su sistema inmunitario. Ella se encontraba sola, tanto como siempre lo había estado, y casi había perdido la esperanza, cuando supo rezar a un Dios en el que nunca se atrevió a creer.

Hoy todo ha acabado y sólo algunos edificios asoman como excrecencias entre la vegetación como prueba de que no ha sido un sueño. Gaia seguía siendo, más viva, más verde de lo que jamás había estado.

★★★☆☆

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7.- A Chico Mendes

Alzado sobre mi atalaya, ungido por el viento y la luz.
Renacido como un nuevo hombre, del vientre de la Pachamama.
En la abrumadora espesura, la neblina y la imperturbable lluvia.
De este paisaje insólito, verdadero vergel, envidia de los dioses, inquina de los hombres.
Abro mis brazos, ofrendo mi alma y mi vida a la defensa del verde.
A la batalla perpetua de la naturaleza, contra el vil, el malvado, el villano.
Aquel que arranca de las entrañas de la tierra todo lo bueno, lo fútil.
Que nunca aprendió lo importante, aquel ciego de oropel.
Desconocedor del prójimo, envuelto y enajenado en su sempiterna avaricia.
Y ahora ese verde omnipresente, mi querida Amazonia, torna los sonidos de las aves.
En chasquidos, llama y humo, en gritos y quejidos de árboles que convierten su verde sangre.
En el tesoro de los avaros.

★★★☆☆

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8.- El hombre que visitó la laguna

Aquel día se levantó e inexplicablemente tenía la imperiosa necesidad de ir a la laguna del bosque. Una vez allí, a cualquier lugar que mirase le parecían tranquilizadoras las tonalidades verdes de las arboledas. Se sentó en la orilla y el sol le resultaba cómodo. Conforme el tiempo avanzaba, su sensación de agradabilidad aumentaba, hasta tal punto que comenzaba a sentir que aquel era su verdadero lugar, no la ciudad.

Tras un rato, empezó a notar una sensación cambiante en su cuerpo. Sentía el cuello inflamado (pero no por ello doloroso), tenía ganas de ponerse a saltar de nenúfar en nenúfar y las moscas le parecían apetitosas, hasta tal punto que llegó a alcanzar una con la lengua y la ingirió. Aquello le resultó extraño por lo que se miró en el reflejo del agua y se vio verde la piel. Se asustó y quiso gritar, pero sólo lograba croar.
★★★★☆

Vinny Vedecci escribió:

Después de "¡Qué verde era mi valle!", llegará la secuela "¡Qué verde era mi relato! Un show de Vinny".

Permanezcan atentos a sus pantallas.

Toro escribió:

Autista escribió:

Toro escribió:

Bien, Toro, bien.

RegSound escribió:

Autista escribió:

Toro escribió:

Bien, Toro, bien.

Tampoco tan bien, ese es el de la edición 4, el de la 5 lleva Moss el gorro rojo (de la seis ni siquiera te has dignado a hacerlo )

Autista escribió:

RegSound escribió:

Autista escribió:

Toro escribió:

Bien, Toro, bien.

Tampoco tan bien, ese es el de la edición 4, el de la 5 lleva Moss el gorro rojo (de la seis ni siquiera te has dignado a hacerlo )

Toro escribió:1.-La insignificancia del Ser

Una vez caí del cielo. Era un huevo que, al chocar contra el suelo, se convirtió en persona. Fue como nacer. Abrí los ojos y todo era campo: había árboles, animales que corrían y también soledad, mucha soledad. Caminé unos minutos hasta que encontré un cofre de madera. Parecía llevar siglos allí. Lo abrí y estaba repleto de libros: Dostoyevski, Hugo, Miller, Allan Poe. Los leí todos y continué mi camino, hasta que divisé el Gran Árbol. Fue una revelación: un mensaje oculto sobre mi destino. Sin saber porqué caminé hacia él, intuyendo que tendría todas las preguntas a esas respuestas que mi corazón albergaba. Sin embargo, cuanto más caminaba, más lejano sentía su tronco y sus hojas azuladas. Pasaron años hasta que acepté mi verdadero destino. Digerí todas aquellas respuestas y permití que la inmensidad del campo me absorbiera hasta convertirme en una ínfima parte de su verdor.

Vinny Vedecci escribió:

Toro escribió:1.-La insignificancia del Ser

Una vez caí del cielo. Era un huevo que, al chocar contra el suelo, se convirtió en persona. Fue como nacer. Abrí los ojos y todo era campo: había árboles, animales que corrían y también soledad, mucha soledad. Caminé unos minutos hasta que encontré un cofre de madera. Parecía llevar siglos allí. Lo abrí y estaba repleto de libros: Dostoyevski, Hugo, Miller, Allan Poe. Los leí todos y continué mi camino, hasta que divisé el Gran Árbol. Fue una revelación: un mensaje oculto sobre mi destino. Sin saber porqué caminé hacia él, intuyendo que tendría todas las preguntas a esas respuestas que mi corazón albergaba. Sin embargo, cuanto más caminaba, más lejano sentía su tronco y sus hojas azuladas. Pasaron años hasta que acepté mi verdadero destino. Digerí todas aquellas respuestas y permití que la inmensidad del campo me absorbiera hasta convertirme en una ínfima parte de su verdor.

Verdómetro: 8/10
Verde que te quiero verde: árboles, campo.
Arturo Pérez-Reverde: N/A

Toro escribió:

2.-Verde fetiche

Carlos descubrió a los 5 años que los colores simbolizaban cosas para él, aunque no sabía muy bien qué. Luego comprendió que los colores emitían olores remitentes a símbolos ocultos. El blanco olía a comida, el rojo a alegría… pero algo ocurría con el verde. Tenía algo oscuro, algo fantasmagórico. Escondía un secreto que a Carlos le costó descifrar hasta los 18 años, cuando empezó a trabajar en la fábrica de su padre.

El verde desentrañaba explotación. Cuando por fin lo descubrió, no dejaba de ver verde allí donde pusiera la mirada. Algunas personas eran de un verde más vivo, y otras tenían un tono más apagado. Incluso veía verde superpuesto en otros colores, como ocurría con la comida.

En su primer día de trabajo, Carlos quedó cegado al ver a su padre como nunca lo había visto. Desprendiendo un verde tan intenso que era imposible mirarlo a la cara.

Toro escribió:3.- Monstra te ipsum, hoste meum!

Verde es el lino teñido de los vates celtas, el color que se intensifica en las selvas bárbaras. Mas Roma se afirma y vindica en el blanco de sus urbes y calzadas. El verde solo cabe en nuestros dominios sojuzgado, como los esclavos, sea en jardines, sea en bosques postrados ante la civilización. Sobrellevo con honor mi tarea de estabilizar la frontera en esta orilla del Rhin, pese a que me repugna su exuberancia vegetal, pues soy veterano de las legiones de Germánico. Bajo su mando vengamos la afrenta de Teutoburgo y aquellas tribus conocieron el aciago destino de todo pueblo que desafíe a Roma. Heráclides interrumpe mis meditaciones. Es médico griego, sabe ser tan amable como sincero. Me explica que sufro el mal del hombre árbol, incurable. Escudriño mis dedos, semejantes ya a troncos. Lo niega, pero temo que broten hojas. Mi cuerpo será el último campo de batalla.

Toro escribió:4.- Reverdeciendo caquis

—¿Has visto el anuncio de la tele? Dicen piensa en verde.
—¡Hombre! —dijo alargando la e hasta el ocho tumbado— Pero eso no es lo mismo que cuando me dices: Piensa en verde actuar. ¡Inculto!
—¡Y tú eres una listilla! ¡Tú y tu federico!
—No es lo mismo. Mi logopeda dice que lo pronuncio estupendamente.
—Claro, claro. ¿Le has dicho al logopeda que guardas los yogures en el federico?¿Se lo has dicho?
—No es tan tonto como para no saber eso. Todo el mundo los guarda allí. Como tus putas botellitas verdes. ¿Dónde las guardas?¿Eh?¿Eh? —insistió otra vez con la e.
Un ángel, verde como una vara verde, atravesó el espacio que los separaba instalándolos en un silencio incómodo. Ahítos, cruzaron sus miradas, verde oliva la de él, verde menta la de ella, fruncieron los labios en una graciosa mueca y dijeron al unísono:
—Y sin en cambio te quiero.

Toro escribió:5.- El superviviente

Se habían llevado a mis familiares y a mis amigos. También a mis vecinos. No entendía por qué aquellos individuos, que solían ser educados y civilizados, se convirtieron de la noche a la mañana en una turba enfurecida. Los vimos venir a lo lejos: llegaron en tromba, arrasándolo todo a su paso. Reconocí a un señor mayor que se había parado frente a mí el día anterior, dedicándome unas agradables palabras e interesándose por mi procedencia. Ahora tenía los ojos inyectados en sangre y presumía del botín obtenido, jactándose abiertamente de su ignominioso comportamiento. El asedio fue completo, dejando mi territorio y los colindantes convertidos en lugares fantasma. Yo, testigo de excepción, miraba con tristeza infinita a mi alrededor y no acertaba a comprender cómo podía haber sobrevivido al horror. Sin saber si volverían al día siguiente iba a ser una noche muy larga para un pequeño brócoli como yo.

Toro escribió:6.- ¿Es estar vivo la nueva normalidad?

Nunca había pensado en la posibilidad de no ser, nadie lo piensa, es la argucia que emplea la vida para que podamos seguir viviéndola.

En un principio la infección fue leve, lenta, asintomática, pero cuando se manifestó, lo hizo de forma implacable. Su dolor fue inconcebible, atacó todos los órganos de forma tan agresiva que apenas dio una oportunidad a su sistema inmunitario. Ella se encontraba sola, tanto como siempre lo había estado, y casi había perdido la esperanza, cuando supo rezar a un Dios en el que nunca se atrevió a creer.

Hoy todo ha acabado y sólo algunos edificios asoman como excrecencias entre la vegetación como prueba de que no ha sido un sueño. Gaia seguía siendo, más viva, más verde de lo que jamás había estado.

Toro escribió:7.- A Chico Mendes

Alzado sobre mi atalaya, ungido por el viento y la luz.
Renacido como un nuevo hombre, del vientre de la Pachamama.
En la abrumadora espesura, la neblina y la imperturbable lluvia.
De este paisaje insólito, verdadero vergel, envidia de los dioses, inquina de los hombres.
Abro mis brazos, ofrendo mi alma y mi vida a la defensa del verde.
A la batalla perpetua de la naturaleza, contra el vil, el malvado, el villano.
Aquel que arranca de las entrañas de la tierra todo lo bueno, lo fútil.
Que nunca aprendió lo importante, aquel ciego de oropel.
Desconocedor del prójimo, envuelto y enajenado en su sempiterna avaricia.
Y ahora ese verde omnipresente, mi querida Amazonia, torna los sonidos de las aves.
En chasquidos, llama y humo, en gritos y quejidos de árboles que convierten su verde sangre.
En el tesoro de los avaros.

Autista escribió:Tercera página. ¿Con estos me comparas, Vinny? ¿En serio?

RegSound escribió:

Autista escribió:Tercera página. ¿Con estos me comparas, Vinny? ¿En serio?

Vinny tiene parte de culpa, yo he puntuado 8 relatos, él ha hecho show de 7

Autista escribió:

RegSound escribió:

Autista escribió:Tercera página. ¿Con estos me comparas, Vinny? ¿En serio?

Vinny tiene parte de culpa, yo he puntuado 8 relatos, él ha hecho show de 7

No, si lo digo por los administradores, Reggie, que dejan el hilo abandonado a su suerte, esto no es administrar ni es ná

Autista escribió:

RegSound escribió:

Autista escribió:Tercera página. ¿Con estos me comparas, Vinny? ¿En serio?

Vinny tiene parte de culpa, yo he puntuado 8 relatos, él ha hecho show de 7

No, si lo digo por los administradores, Reggie, que dejan el hilo abandonado a su suerte, esto no es administrar ni es ná

Toro escribió:
9.- EL GRITO

El joven Pavel sostenía su papelito lleno de escudos en la salita desangelada. Allí nunca encontraba a nadie. Carecía del consuelo de otras miradas como la suya, del aliento que espontáneamente tiene lugar entre desvalidos. Luego lo llamaban y de nuevo presentaba el papelito; se desnudaba, lo pesaban y medían, lo auscultaban y examinaban su garganta con una potente linterna. Echado sobre la fría plancha metálica, Pavel seguía sujetando su papelito cuando la máquina lo fotografiaba por dentro; el monstruo gruñía con ruidos que solamente otras máquinas entenderían ¿Qué cosas malas de él diría?
Cuando acabaron, Pavel les entregó el papelito y esperó en una nueva salita -otra más- hasta que horas después, un sanitario se le entregó con un nuevo escudo recién sellado. Todavía albergaba la esperanza de recuperar el habla. Quizá en breve; habían estampado el escudo verde y no el rojo. Quiso gritar ¡Viva!

RegSound escribió:

Toro escribió:
9.- EL GRITO

El joven Pavel sostenía su papelito lleno de escudos en la salita desangelada. Allí nunca encontraba a nadie. Carecía del consuelo de otras miradas como la suya, del aliento que espontáneamente tiene lugar entre desvalidos. Luego lo llamaban y de nuevo presentaba el papelito; se desnudaba, lo pesaban y medían, lo auscultaban y examinaban su garganta con una potente linterna. Echado sobre la fría plancha metálica, Pavel seguía sujetando su papelito cuando la máquina lo fotografiaba por dentro; el monstruo gruñía con ruidos que solamente otras máquinas entenderían ¿Qué cosas malas de él diría?
Cuando acabaron, Pavel les entregó el papelito y esperó en una nueva salita -otra más- hasta que horas después, un sanitario se le entregó con un nuevo escudo recién sellado. Todavía albergaba la esperanza de recuperar el habla. Quizá en breve; habían estampado el escudo verde y no el rojo. Quiso gritar ¡Viva!

Aquí tenemos el poeta-negro, mimikov

Hank escribió:

Autista escribió:

Hank escribió:

Hostia, qué mítico esto.

Zzzz escribió:Si vamos a poner música verde, vamos a hacerlo bien.

Los pelos como escarpias.

Sugar Bug escribió:

Zzzz escribió:Si vamos a poner música verde, vamos a hacerlo bien.

Los pelos como escarpias.

los veo y lo subo a...

Autista escribió:Bueno, y esto para que luego digan que hacer pucheros no sirve de nada.

Autista escribió:Tercera página. ¿Con estos me comparas, Vinny? ¿En serio?

Esmeralda escribió:Qué sosura de administración

Toro escribió:
9.- EL GRITO

El joven Pavel sostenía su papelito lleno de escudos en la salita desangelada. Allí nunca encontraba a nadie. Carecía del consuelo de otras miradas como la suya, del aliento que espontáneamente tiene lugar entre desvalidos. Luego lo llamaban y de nuevo presentaba el papelito; se desnudaba, lo pesaban y medían, lo auscultaban y examinaban su garganta con una potente linterna. Echado sobre la fría plancha metálica, Pavel seguía sujetando su papelito cuando la máquina lo fotografiaba por dentro; el monstruo gruñía con ruidos que solamente otras máquinas entenderían ¿Qué cosas malas de él diría?
Cuando acabaron, Pavel les entregó el papelito y esperó en una nueva salita -otra más- hasta que horas después, un sanitario se le entregó con un nuevo escudo recién sellado. Todavía albergaba la esperanza de recuperar el habla. Quizá en breve; habían estampado el escudo verde y no el rojo. Quiso gritar ¡Viva!

★★☆☆☆  Aclararle al autor que me ha gustado y podría haber llevado más estrellas, pero lo remarcado ayer de ese "le", que el último "¡Viva!" habría que entrecomillarlo y que el final es similar al del relato 8 (el anterior precisamente) le restan en el cómputo global

Toro escribió:
10.- Happy green tears to you

-Va usted a mear verde, escupirá saliva verde, sudará verde… Deberá extremar precauciones, importante no acercarse a niños o embarazadas, el contraste que le inyectaremos por vía es altamente radioactivo. Su cuerpo lo expulsará mediante esos fluidos durante unas veinticuatro horas, después vuelta a la normalidad.
Me metieron en un búnker, un enfermero con traje NBQ extrajo una jeringuilla de un enorme cilindro de plomo e inyectó el líquido verde fosforito en la bolsa de suero. Se fue con premura y comencé a sentir calor interno, notaba el fluir ardiente en cada vena, en cada órgano, en cada célula.

Por la tarde me llamaron con los resultados del PET. Ni rastro del linfoma, estaba por fin limpio. Cuando colgué, me mirabas temblorosa. No pudimos abrazarnos, lloramos de lejos en silencio, comencé a verlo todo verde.

Aún conservamos mis lágrimas verdes en el pañuelo. Se lo regalaremos a Jade cuando crezca.

★★★★☆