EL DERBI

rocket69 escribió:Hablaba mucho. Más que un defecto, con los años, aprendí que era una cualidad. No sé si un don. Pero es innegable que su capacidad para secuestrar el silencio está al alcance de muy pocos o, directamente, de nadie. Juraría que era su principal arma. Para un ser sin un atisbo de posibilidad de poseer maldad en su herencia genética, sin posibilidad de desarrollar el sarcasmo o la ironía pese a ser capaz de hablar durante minutos y minutos sin apenas dar información renovable, hablar era su principal estrategia para sacarme de quicio. Porque si yo amo el silencio, él amaba hablar. Y fueron pocos los viajes en los que me salí con la mía y muchos en los que habló y habló y habló... y luego llegó al viejo San Mamés y habló con otras personas, y luego con otras, y luego con otras.

Recuerdo especialmente un viaje para ver un partido del Bilbao Baket. Desde que nos subimos al tren hasta que llegamos a Atxuri fue una auténtica metralleta de palabras. Como siempre, intenté hacerle caso. Como siempre, seguí haciéndole caso pese a que el ritmo y la información se me hacían tediosas. Mi cabeza llegó a Bilbao cansada así que en la cuesta que separa el puente de San Antón del Bilbao Arena apreté de lo lindo. El tenía 29 años más que yo, yo ando en bici asiduamente. Apretar allí tenía que ser suficiente para ahogarlo un poco y que me devolviese mi silencio. Pero no pude. Por más que aceleraba no conseguía que dejase de hablar. Pese a que sí que le costaba coger aire, su don para hablar y hablar surgió para imponerse.

Un año más tarde, después de tirarse toda la vida trabajando en trabajos de lo menos saludables para terminar siendo un trabajador jubilado más, San Mamés Berria le daba la oportunidad de ser socio de su amado Athletic por primera vez en su vida. Nunca dejó pasar un partido, cuando lo conocí vía walkman, luego en los bares aunque ni bebía ni fumaba. Durante dos años alquilamos un par de carnés y vimos en vivo todo lo bueno y lo malo de Bielsa. Nunca, nunca, dejó pasar un partido del Athletic. Cuando fuimos a pagar la entrada para convertirnos en socios, bajamos del metro en Moyua y fuimos dando un paseo. El no hablaba. Apenas sacaba fuerzas para respirar. Apenas podía seguirme por muy despacio que yo fuese. Cada diez pasos tenía que pararme y mirar hacia atrás. En aquel momento pensé que estaba distraido, pensando en otras cosas y que por eso no hablaba y no me seguía...

Unas semanas más tarde su piel se puso amarilla. Fue a urgencias. Lo ingresaron. Y tardaron una semana entera en decirnos que tenía cáncer de estómago. Terminal. Cuidados paliativos. No había una estimación porque no entendían por qué seguía vivo. Aguantó un mes dignamente. El segundo fue una espiral destructiva hasta que se apagó el pasado 2 de agosto. Nos habían dado los carnés de socio del Athletic en propiedad cuatro días antes.

Cuando se lo llevé al hospital, sintiéndome como un niño que luchaba contra lo imposible, pensaba que iba a servir para ayudarle. Creo que no lo hice. Lo miró y me pidió que se lo guardase. Unas horas más tarde, nos pidió que conservásemos el sitio hasta que su nieto, mi hijo, tuviese la edad suficiente para saber si le gustaba el fútbol o no. Y que entonces obrasemos en consecuencia.

Aunque su postura siempre fue la de mantener distancia con la enfermedad, nunca aceptó tener más que una úlcera, sabía que se apagaba. Y se apagó. La última vez que lo vi consciente, 24 horas antes de su muerte, fui con mi hijo para que ambos pudieran despedirse. En los 20 meses que se conocieron, fueron inseparables. Mi hijo fue, por supuesto, vestido con el equipaje del Athletic. A ambos se les iluminó la vista cuando se vieron. Fue la última vez.

Hoy, mi mujer y yo, su hija y yo, vamos a estrenar San Mamés con el carné que él nunca podrá aprovechar. Un gran día en lo deportivo y un día extraño en lo personal. Hasta cuando supe que se nos iba, siempre pensé que iba a llegar a ver este partido conmigo. Pero no.

Aquel niño de 7 años que comenzó a trabajar de sol a sol recogiendo esparto en las montañas de Hellín, aquel trabajador que casi no pudo ser niño, que tenía una fuerza sobrehumana, que no callaba y que me sacaba de quicio por no hacerlo, que puede pasar por una de las dos o tres personas a las que nunca les he visto hacer nada que pueda considerarse malo ni de lejos, no pudo disfrutar de su jubilación. No pudo disfrutar del nuevo San Mamés ni seguir disfrutando de su Athletic.

Egoístamente, eso no es lo peor para mí. Lo peor es que soy yo quien no va poder disfrutar de él. Porque le hecho de menos desde antes de irse. Porque por primera vez no me gusta el silencio.

Nosotros somos los que trabajamos. Nosotros somos del Athletic. El era del Athletic. Esta es una historia del Athletic. Y esta es mi despedida.

PD: Espero que ganemos. Volver a casar ya va a ser duro. Volver a casa perdiendo no quiero imaginármelo. Aupa Athletic!!!

rocket69 escribió:Hablaba mucho. Más que un defecto, con los años, aprendí que era una cualidad. No sé si un don. Pero es innegable que su capacidad para secuestrar el silencio está al alcance de muy pocos o, directamente, de nadie. Juraría que era su principal arma. Para un ser sin un atisbo de posibilidad de poseer maldad en su herencia genética, sin posibilidad de desarrollar el sarcasmo o la ironía pese a ser capaz de hablar durante minutos y minutos sin apenas dar información renovable, hablar era su principal estrategia para sacarme de quicio. Porque si yo amo el silencio, él amaba hablar. Y fueron pocos los viajes en los que me salí con la mía y muchos en los que habló y habló y habló... y luego llegó al viejo San Mamés y habló con otras personas, y luego con otras, y luego con otras.

Recuerdo especialmente un viaje para ver un partido del Bilbao Baket. Desde que nos subimos al tren hasta que llegamos a Atxuri fue una auténtica metralleta de palabras. Como siempre, intenté hacerle caso. Como siempre, seguí haciéndole caso pese a que el ritmo y la información se me hacían tediosas. Mi cabeza llegó a Bilbao cansada así que en la cuesta que separa el puente de San Antón del Bilbao Arena apreté de lo lindo. El tenía 29 años más que yo, yo ando en bici asiduamente. Apretar allí tenía que ser suficiente para ahogarlo un poco y que me devolviese mi silencio. Pero no pude. Por más que aceleraba no conseguía que dejase de hablar. Pese a que sí que le costaba coger aire, su don para hablar y hablar surgió para imponerse.

Un año más tarde, después de tirarse toda la vida trabajando en trabajos de lo menos saludables para terminar siendo un trabajador jubilado más, San Mamés Berria le daba la oportunidad de ser socio de su amado Athletic por primera vez en su vida. Nunca dejó pasar un partido, cuando lo conocí vía walkman, luego en los bares aunque ni bebía ni fumaba. Durante dos años alquilamos un par de carnés y vimos en vivo todo lo bueno y lo malo de Bielsa. Nunca, nunca, dejó pasar un partido del Athletic. Cuando fuimos a pagar la entrada para convertirnos en socios, bajamos del metro en Moyua y fuimos dando un paseo. El no hablaba. Apenas sacaba fuerzas para respirar. Apenas podía seguirme por muy despacio que yo fuese. Cada diez pasos tenía que pararme y mirar hacia atrás. En aquel momento pensé que estaba distraido, pensando en otras cosas y que por eso no hablaba y no me seguía...

Unas semanas más tarde su piel se puso amarilla. Fue a urgencias. Lo ingresaron. Y tardaron una semana entera en decirnos que tenía cáncer de estómago. Terminal. Cuidados paliativos. No había una estimación porque no entendían por qué seguía vivo. Aguantó un mes dignamente. El segundo fue una espiral destructiva hasta que se apagó el pasado 2 de agosto. Nos habían dado los carnés de socio del Athletic en propiedad cuatro días antes.

Cuando se lo llevé al hospital, sintiéndome como un niño que luchaba contra lo imposible, pensaba que iba a servir para ayudarle. Creo que no lo hice. Lo miró y me pidió que se lo guardase. Unas horas más tarde, nos pidió que conservásemos el sitio hasta que su nieto, mi hijo, tuviese la edad suficiente para saber si le gustaba el fútbol o no. Y que entonces obrasemos en consecuencia.

Aunque su postura siempre fue la de mantener distancia con la enfermedad, nunca aceptó tener más que una úlcera, sabía que se apagaba. Y se apagó. La última vez que lo vi consciente, 24 horas antes de su muerte, fui con mi hijo para que ambos pudieran despedirse. En los 20 meses que se conocieron, fueron inseparables. Mi hijo fue, por supuesto, vestido con el equipaje del Athletic. A ambos se les iluminó la vista cuando se vieron. Fue la última vez.

Hoy, mi mujer y yo, su hija y yo, vamos a estrenar San Mamés con el carné que él nunca podrá aprovechar. Un gran día en lo deportivo y un día extraño en lo personal. Hasta cuando supe que se nos iba, siempre pensé que iba a llegar a ver este partido conmigo. Pero no.

Aquel niño de 7 años que comenzó a trabajar de sol a sol recogiendo esparto en las montañas de Hellín, aquel trabajador que casi no pudo ser niño, que tenía una fuerza sobrehumana, que no callaba y que me sacaba de quicio por no hacerlo, que puede pasar por una de las dos o tres personas a las que nunca les he visto hacer nada que pueda considerarse malo ni de lejos, no pudo disfrutar de su jubilación. No pudo disfrutar del nuevo San Mamés ni seguir disfrutando de su Athletic.

Egoístamente, eso no es lo peor para mí. Lo peor es que soy yo quien no va poder disfrutar de él. Porque le hecho de menos desde antes de irse. Porque por primera vez no me gusta el silencio.

Nosotros somos los que trabajamos. Nosotros somos del Athletic. El era del Athletic. Esta es una historia del Athletic. Y esta es mi despedida.

PD: Espero que ganemos. Volver a casar ya va a ser duro. Volver a casa perdiendo no quiero imaginármelo. Aupa Athletic!!!

señor rosa escribió:nada especial. Tengo que mejorarla. De momento le pongo mostaza prima y voy añadiendo miel y revolviendo hasta que queda a mi gusto. Ayer iba a echar tambien un poco de tabasco pero no me atreví.

No tiene nada pero le da un toque distinto que me gusta mucho

pantxo escribió:

señor rosa escribió:nada especial. Tengo que mejorarla. De momento le pongo mostaza prima y voy añadiendo miel y revolviendo hasta que queda a mi gusto. Ayer iba a echar tambien un poco de tabasco pero no me atreví.

No tiene nada pero le da un toque distinto que me gusta mucho

No soy muy mostacero pero lo probare. Si te gusta la mayonesa, me imagino que te gustara la Heinz, tiene un leve toque a mostaza que me chifla.

rocket69 escribió:Hablaba mucho. Más que un defecto, con los años, aprendí que era una cualidad. No sé si un don. Pero es innegable que su capacidad para secuestrar el silencio está al alcance de muy pocos o, directamente, de nadie. Juraría que era su principal arma. Para un ser sin un atisbo de posibilidad de poseer maldad en su herencia genética, sin posibilidad de desarrollar el sarcasmo o la ironía pese a ser capaz de hablar durante minutos y minutos sin apenas dar información renovable, hablar era su principal estrategia para sacarme de quicio. Porque si yo amo el silencio, él amaba hablar. Y fueron pocos los viajes en los que me salí con la mía y muchos en los que habló y habló y habló... y luego llegó al viejo San Mamés y habló con otras personas, y luego con otras, y luego con otras.

Recuerdo especialmente un viaje para ver un partido del Bilbao Baket. Desde que nos subimos al tren hasta que llegamos a Atxuri fue una auténtica metralleta de palabras. Como siempre, intenté hacerle caso. Como siempre, seguí haciéndole caso pese a que el ritmo y la información se me hacían tediosas. Mi cabeza llegó a Bilbao cansada así que en la cuesta que separa el puente de San Antón del Bilbao Arena apreté de lo lindo. El tenía 29 años más que yo, yo ando en bici asiduamente. Apretar allí tenía que ser suficiente para ahogarlo un poco y que me devolviese mi silencio. Pero no pude. Por más que aceleraba no conseguía que dejase de hablar. Pese a que sí que le costaba coger aire, su don para hablar y hablar surgió para imponerse.

Un año más tarde, después de tirarse toda la vida trabajando en trabajos de lo menos saludables para terminar siendo un trabajador jubilado más, San Mamés Berria le daba la oportunidad de ser socio de su amado Athletic por primera vez en su vida. Nunca dejó pasar un partido, cuando lo conocí vía walkman, luego en los bares aunque ni bebía ni fumaba. Durante dos años alquilamos un par de carnés y vimos en vivo todo lo bueno y lo malo de Bielsa. Nunca, nunca, dejó pasar un partido del Athletic. Cuando fuimos a pagar la entrada para convertirnos en socios, bajamos del metro en Moyua y fuimos dando un paseo. El no hablaba. Apenas sacaba fuerzas para respirar. Apenas podía seguirme por muy despacio que yo fuese. Cada diez pasos tenía que pararme y mirar hacia atrás. En aquel momento pensé que estaba distraido, pensando en otras cosas y que por eso no hablaba y no me seguía...

Unas semanas más tarde su piel se puso amarilla. Fue a urgencias. Lo ingresaron. Y tardaron una semana entera en decirnos que tenía cáncer de estómago. Terminal. Cuidados paliativos. No había una estimación porque no entendían por qué seguía vivo. Aguantó un mes dignamente. El segundo fue una espiral destructiva hasta que se apagó el pasado 2 de agosto. Nos habían dado los carnés de socio del Athletic en propiedad cuatro días antes.

Cuando se lo llevé al hospital, sintiéndome como un niño que luchaba contra lo imposible, pensaba que iba a servir para ayudarle. Creo que no lo hice. Lo miró y me pidió que se lo guardase. Unas horas más tarde, nos pidió que conservásemos el sitio hasta que su nieto, mi hijo, tuviese la edad suficiente para saber si le gustaba el fútbol o no. Y que entonces obrasemos en consecuencia.

Aunque su postura siempre fue la de mantener distancia con la enfermedad, nunca aceptó tener más que una úlcera, sabía que se apagaba. Y se apagó. La última vez que lo vi consciente, 24 horas antes de su muerte, fui con mi hijo para que ambos pudieran despedirse. En los 20 meses que se conocieron, fueron inseparables. Mi hijo fue, por supuesto, vestido con el equipaje del Athletic. A ambos se les iluminó la vista cuando se vieron. Fue la última vez.

Hoy, mi mujer y yo, su hija y yo, vamos a estrenar San Mamés con el carné que él nunca podrá aprovechar. Un gran día en lo deportivo y un día extraño en lo personal. Hasta cuando supe que se nos iba, siempre pensé que iba a llegar a ver este partido conmigo. Pero no.

Aquel niño de 7 años que comenzó a trabajar de sol a sol recogiendo esparto en las montañas de Hellín, aquel trabajador que casi no pudo ser niño, que tenía una fuerza sobrehumana, que no callaba y que me sacaba de quicio por no hacerlo, que puede pasar por una de las dos o tres personas a las que nunca les he visto hacer nada que pueda considerarse malo ni de lejos, no pudo disfrutar de su jubilación. No pudo disfrutar del nuevo San Mamés ni seguir disfrutando de su Athletic.

Egoístamente, eso no es lo peor para mí. Lo peor es que soy yo quien no va poder disfrutar de él. Porque le hecho de menos desde antes de irse. Porque por primera vez no me gusta el silencio.

Nosotros somos los que trabajamos. Nosotros somos del Athletic. El era del Athletic. Esta es una historia del Athletic. Y esta es mi despedida.

PD: Espero que ganemos. Volver a casar ya va a ser duro. Volver a casa perdiendo no quiero imaginármelo. Aupa Athletic!!!

Amakriskris escribió:Joder, que largo se me está haciendo el día...todavía quedan 5 horas, algo menos...

Katxorro escribió:No, plus

Boohan escribió:

Katxorro escribió:No, plus

rocket69 escribió:Nervios.

Athletic!!!

Boohan escribió:

rocket69 escribió:Nervios.

Athletic!!!

Muchas suerte. Aunque creo que no la vais a necesitar y vais a ganar bien y por méritos propios.

Boohan escribió:

rocket69 escribió:Nervios.

Athletic!!!

Muchas suerte. Aunque creo que no la vais a necesitar y vais a ganar bien y por méritos propios.

scabbed wings escribió:A estos equipos hay que matarles cuando hay oportunidad

Amakriskris escribió:http://www.frombar.com/20140827/vv53fdd71e72f6d5.96356314-879711.html