RONDA 11 DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS.

Criminal pentatónico escribió:

Toro escribió:

Damià escribió:Frase ideal para un relato alpino.

Entrar en las mina de moria sería subsuelo no?

Pues si podría ser ideal para la aventura alpina

Exacto, lo guapo de escribir relatos es que que si te sale de los huevos la montaña más alta del mundo se puede llamar subsuelo

Toro escribió:

Criminal pentatónico escribió:

Toro escribió:

Damià escribió:Frase ideal para un relato alpino.

Entrar en las mina de moria sería subsuelo no?

Pues si podría ser ideal para la aventura alpina

Exacto, lo guapo de escribir relatos es que que si te sale de los huevos la montaña más alta del mundo se puede llamar subsuelo

El subsuelo de la montaña

Damià escribió:

Toro escribió:

Criminal pentatónico escribió:

Toro escribió:

Damià escribió:Frase ideal para un relato alpino.

Entrar en las mina de moria sería subsuelo no?

Pues si podría ser ideal para la aventura alpina

Exacto, lo guapo de escribir relatos es que que si te sale de los huevos la montaña más alta del mundo se puede llamar subsuelo

El subsuelo de la montaña

es que es ideal, lo digo en serio, alpino no significa alturas....

Toro escribió:

Damià escribió:Frase ideal para un relato alpino.

Entrar en las mina de moria sería subsuelo no?

Pues si podría ser ideal para la aventura alpina

Criminal pentatónico escribió:Clasificaciones actualizadas por cortesía de Mr.Toro Por cierto, ya tengo un primer y brutal relato!!

Hank escribió:

Criminal pentatónico escribió:Clasificaciones actualizadas por cortesía de Mr.Toro Por cierto, ya tengo un primer y brutal relato!!

Criminal pentatónico escribió:

Hank escribió:

Criminal pentatónico escribió:Clasificaciones actualizadas por cortesía de Mr.Toro Por cierto, ya tengo un primer y brutal relato!!

Ya tengo dos

Damià escribió:Las estadisticas del principio estan bien? Aquellos cuadritos de las clasificaciones y participaciones y tal.

Damià escribió:Yo diria que no están al dia.

Administración de Eloy lamentable.

Damià escribió:Yo diria que no están al dia.

Administración de Eloy lamentable.

Toro escribió:

Damià escribió:Yo diria que no están al dia.

Administración de Eloy lamentable.

Las he actualizado yo hoy.

Cual echas en falta?

Por si acaso estan todas las actas tambien

Damià escribió:

Toro escribió:

Damià escribió:Yo diria que no están al dia.

Administración de Eloy lamentable.

Las he actualizado yo hoy.

Cual echas en falta?

Por si acaso estan todas las actas tambien

Pone que solo he participado una vez...no se....

Lo.reviso y te digo

Criminal pentatónico escribió:

Damià escribió:

Toro escribió:

Damià escribió:Yo diria que no están al dia.

Administración de Eloy lamentable.

Las he actualizado yo hoy.

Cual echas en falta?

Por si acaso estan todas las actas tambien

Pone que solo he participado una vez...no se....

Lo.reviso y te digo

Eso es porque estas mirando la clasificación de podiums... Mira la de puntos totales y ahí salen todas las rondas que has participado

Eran las mil, la noche es joven, ya no quedaba ni un bar abierto en la ciudad. Esos tres primates balanceantes deciden regresar a su cueva. Había sido una noche que había dado para muchos cubalibres. Llegan a duras penas al portal donde residían dos de ellos. Después de no mucho insistir, convencen al tercero que se quede con ellos, que el sofá está muy bien y el trecho hasta su propia morada puede llegar a ser un calvario. El tercero, un servidor, accede. Aunque su estado no es tan lamentable como el de los otros dos, ya que decidió tomar cerveza, reconoce que la distancia que le queda hasta su propia cama es tal que puede desfallecer por el camino. Al llegar al piso, uno de ellos cae sobre su propia cama y automáticamente desconecta de esta locura estudiantil y enlaza con los mundos oníricos. El escritor de este relato se sienta en el sofá y mientras se quita el calzado conversa con el único que sigue en pie. Éste le cuenta que se ha de cenar fuerte para que todo ese alcohol se digiera sin dificultad y que su propósito es hacerse un filete con patatas antes de acostarse. Ya no puedo más y me coloco en posición fetal adecuando mi grácil cuerpo al hueco que queda en el sofá tras apartar a un extremo libros y cojines. Cierro los ojos, creo encontrándome yendo al cielo sin posar un pie cuando algo me despierta. Gritos, alaridos, lamentos, blasfemias en voz alta. Voy rápidamente a la cocina. Allí me encuentro la razón: Puso a calentar en una sartén aceite. Para averiguar si ya estaba caliente acercó su mano a la sartén, pero en su balanceo la mano entró dentro del aceite. No hay teléfono ni forma alguna de ayuda. Intento despertar al que sigue y sigue durmiendo. Es inútil, puede hasta estar muerto. Tras recoger la sartén del suelo, apagar la cocina y calzarme, acompaño al herido como puedo hacia el hospital. Hace muchos años de ésto, en aquellos tiempos, ni tenían servicios de urgencia los centros de salud antes llamados ambulatorios, ni taxis que vigilasen la ciudad a esas horas. Había cabinas, pero no había dinero. Todo se había invertido en fluídos alcohólicos. Caminamos lo inimaginable hasta llegar al hospital, de día ya. Allí, tras llevárselo los servicios sanitarios, quedé sólo, y vi un sofá. Fue inmediata la conexión. Abrí los ojos ante tanta insistencia. Era él, con la mano vendada hasta el codo. La tuvo así todo el curso, no sé cuántas curas tuvieron que practicar en esas heridas. Volvimos a su piso y al llegar observo que no está el otro individuo.
Había entrado en la cocina, había resbalado con el aceite. Fractura de codo

Este texto tiene copyright. El día que termine mi libro de memorias podréis leerlo como uno de los capítulos de él

nacho escribió:sigo con mi literaria lucha terrorística particular. Lo he puesto en el tópic de remedios contra la resaca, pero lo coloco también aquí, ni 150 ni comienza con lo exigible, hala

Eran las mil, la noche es joven, ya no quedaba ni un bar abierto en la ciudad. Esos tres primates balanceantes deciden regresar a su cueva. Había sido una noche que había dado para muchos cubalibres. Llegan a duras penas al portal donde residían dos de ellos. Después de no mucho insistir, convencen al tercero que se quede con ellos, que el sofá está muy bien y el trecho hasta su propia morada puede llegar a ser un calvario. El tercero, un servidor, accede. Aunque su estado no es tan lamentable como el de los otros dos, ya que decidió tomar cerveza, reconoce que la distancia que le queda hasta su propia cama es tal que puede desfallecer por el camino. Al llegar al piso, uno de ellos cae sobre su propia cama y automáticamente desconecta de esta locura estudiantil y enlaza con los mundos oníricos. El escritor de este relato se sienta en el sofá y mientras se quita el calzado conversa con el único que sigue en pie. Éste le cuenta que se ha de cenar fuerte para que todo ese alcohol se digiera sin dificultad y que su propósito es hacerse un filete con patatas antes de acostarse. Ya no puedo más y me coloco en posición fetal adecuando mi grácil cuerpo al hueco que queda en el sofá tras apartar a un extremo libros y cojines. Cierro los ojos, creo encontrándome yendo al cielo sin posar un pie cuando algo me despierta. Gritos, alaridos, lamentos, blasfemias en voz alta. Voy rápidamente a la cocina. Allí me encuentro la razón: Puso a calentar en una sartén aceite. Para averiguar si ya estaba caliente acercó su mano a la sartén, pero en su balanceo la mano entró dentro del aceite. No hay teléfono ni forma alguna de ayuda. Intento despertar al que sigue y sigue durmiendo. Es inútil, puede hasta estar muerto. Tras recoger la sartén del suelo, apagar la cocina y calzarme, acompaño al herido como puedo hacia el hospital. Hace muchos años de ésto, en aquellos tiempos, ni tenían servicios de urgencia los centros de salud antes llamados ambulatorios, ni taxis que vigilasen la ciudad a esas horas. Había cabinas, pero no había dinero. Todo se había invertido en fluídos alcohólicos. Caminamos lo inimaginable hasta llegar al hospital, de día ya. Allí, tras llevárselo los servicios sanitarios, quedé sólo, y vi un sofá. Fue inmediata la conexión. Abrí los ojos ante tanta insistencia. Era él, con la mano vendada hasta el codo. La tuvo así todo el curso, no sé cuántas curas tuvieron que practicar en esas heridas. Volvimos a su piso y al llegar observo que no está el otro individuo.
Había entrado en la cocina, había resbalado con el aceite. Fractura de codo

Este texto tiene copyright. El día que termine mi libro de memorias podréis leerlo como uno de los capítulos de él

Criminal pentatónico escribió:2.-Expediente Rosquimano.

En mis visitas a los subsuelos pude establecer contacto con ellos, luego de abandonar cualquier aspiración y erradicar toda clase de reconocimiento hacia mi labor.
Se trataba de un pueblo atávico, feliz bajo la dictadura del ello, que estrangulaba las palabras a placer hasta convertirlas en un baile ininteligible para cualquiera que no frecuentase aquellas latitudes. Una cultura entregada a la consecución del círculo perfecto, orgullosa en su perenne locura y pagada del sabor de su lógica incomprendida; según ellos la única vía para experimentar la verdadera esencia.
Me creí a salvo de su influencia de regreso al calor de la civilización, pero desde entonces los días atribulados son multitud y las noches de persecución y abismo mayoría. Incluso creo adivinar el aliento de la locura perfilando mi nuca mientras escribo estas palabras, hasta el punto de haber convertido este relato semanal en necesario salvoconducto para mi salud mental.

Criminal pentatónico escribió:7.-El valor de los acuíferos

En mis visitas a los subsuelos junto a mi compañero de trabajo íbamos notando que la cantidad de agua de los acuíferos menguaba considerablemente. El agua estaba convirtiéndose en el recurso más preciado a pasos agigantados. Esto no era exclusivo únicamente de nuestra zona, ya que toda Italia empezaba a encontrarse en la misma situación, y compañeros suizos, griegos, españoles, franceses y austriacos nos informaban de que a ellos también les ocurría; por ahora nada más que se salvaban los eslovenos.
Y es que en esta última visita hemos llegado al culmen. Cuando estábamos a punto de llegar al acuífero había dos personas con metralletas custodiándolo. Uno de ellos se acercó a nosotros en tono poco amigable y nos espetó: "decidle a vuestro jefe que este territorio a partir de ahora es de la Camorra".
Así que sí, ya hemos llegado a ese punto, el agua es el nuevo petróleo

salakov escribió:Up!

Criminal pentatónico escribió:1.-Sángrame Deluxe

—En mis visitas a los subsuelos suelo ser bastante metódica —respondió Carmesia al entrevistador.

—En primer lugar, espero un par de horas (algo más si he hecho buenos amigos) antes de afilarme las uñas con los colmillos y ponerme manos a la obra. Lo siguiente es romper la tapa de un puñetazo, pero no sin antes taparme la cara con la otra mano para que no entre tierra en las mucosas (algo tremendamente desagradable, como sabrán) —afirmación que provocó un runrún de aprobación entre el público.

—Una vez está lo bastante rota como para incorporarme entran en juego las uñas que, previsoramente, me suelo dejar crecer durante unas cuantas semanas para ganar superficie de contacto y comienzo lo que llamo "braceo del gato chino" —risas— que me permite avanzar con comodidad hacia la superficie. ¡Incluso a veces tengo la suerte de encontrarme una "topita"  por el camino! —más risas.

Criminal pentatónico escribió:2.-Expediente Rosquimano.

En mis visitas a los subsuelos pude establecer contacto con ellos, luego de abandonar cualquier aspiración y erradicar toda clase de reconocimiento hacia mi labor.
Se trataba de un pueblo atávico, feliz bajo la dictadura del ello, que estrangulaba las palabras a placer hasta convertirlas en un baile ininteligible para cualquiera que no frecuentase aquellas latitudes. Una cultura entregada a la consecución del círculo perfecto, orgullosa en su perenne locura y pagada del sabor de su lógica incomprendida; según ellos la única vía para experimentar la verdadera esencia.
Me creí a salvo de su influencia de regreso al calor de la civilización, pero desde entonces los días atribulados son multitud y las noches de persecución y abismo mayoría. Incluso creo adivinar el aliento de la locura perfilando mi nuca mientras escribo estas palabras, hasta el punto de haber convertido este relato semanal en necesario salvoconducto para mi salud mental.

Criminal pentatónico escribió:3.-Cementerios

En mis visitas a los subsuelos de los cementerios me gusta recrearme, recorrerlos sin ninguna urgencia. Son lugares realmente especiales, donde el tiempo parece detenerse. Disfruto de una distendida charla con los cadáveres en descomposición, mientras los diminutos huevos eclosionan dentro de sus cuerpos, y las larvas que surgen de ellos degluten su carne pútrida, lentamente, hasta convertirse en gusanos. Entonces me acerco a las raíces de los cipreses, y escucho fascinado las historias que me relatan, centenarias, mientras compartimos una taza de agua con minerales, que asciende por sus capilares tornando la conversación cada vez más divertida. Por fin, después de la agradable estancia, llega el momento de regresar a las capas superiores, y dejar que la vida y la muerte sigan su curso. A través de los diferentes estratos me deslizo hasta la superficie, y vago por la tierra húmeda, esperando regresar pronto al subsuelo de algún cementerio.

Criminal pentatónico escribió:4.-Le llamaban Nenuco

En mis visitas a los subsuelos conocí a Nenuco. El resto de vagabundos le llamaba así porque siempre andaba contando la misma historia de que no había sustancia más dura que una masa endurecida de toallitas de bebé. Todos los vagabundos tenían un mote: Pana, Undiente, Ruso,... excepto aquel llamado Pedro, demasiado grande para juguetear con su ira (aunque, en secreto, le apodaban Loco). Nenuco era, entre todos, el que mejor olía. Aseguraba querer ser merecedor de su nombre. También aseguraba que un día un tsunami de celulosa acabaría con todos. Que el fin del mundo sería un alud de toallitas, condones y pañales usados.
Una mañana dejé de verlos, desaparecieron todos de los subterráneos como si nunca hubieran existido. La ciudad no echaría de menos a sus hombres topo. Ni siquiera intentaría resolver el misterio de que, como única explicación, hubieran dejado escrito en la pared:
NENUCO TENÍA RAZÓN

Criminal pentatónico escribió:5.-Capucha escarlata para mañana

En mis visitas a los subsuelos hay calzocillos y trozos de lasagna
pavimentando las baldosas amarillas.
Voy y vengo, rompo y arreglo, ciclo sin fin.
La cafetera en la que trabajo hace ruido, sería conveniente echarle un vistazo antes de que alguien se haga daño pero soy tan pequeño… .
Me da pereza crecer.
Crecer me obliga a relacionarme con sus egos desmesurados.
Soy feliz en el subsuelo tumbado con mis amigas viendo volar a mi mujer.

RegSound escribió:

Criminal pentatónico escribió:1.-Sángrame Deluxe

—En mis visitas a los subsuelos suelo ser bastante metódica —respondió Carmesia al entrevistador.

—En primer lugar, espero un par de horas (algo más si he hecho buenos amigos) antes de afilarme las uñas con los colmillos y ponerme manos a la obra. Lo siguiente es romper la tapa de un puñetazo, pero no sin antes taparme la cara con la otra mano para que no entre tierra en las mucosas (algo tremendamente desagradable, como sabrán) —afirmación que provocó un runrún de aprobación entre el público.

—Una vez está lo bastante rota como para incorporarme entran en juego las uñas que, previsoramente, me suelo dejar crecer durante unas cuantas semanas para ganar superficie de contacto y comienzo lo que llamo "braceo del gato chino" —risas— que me permite avanzar con comodidad hacia la superficie. ¡Incluso a veces tengo la suerte de encontrarme una "topita"  por el camino! —más risas.

No entiendo muy bien el relato debido a que hay 3 guiones, pero mi sensación es que siempre habla la misma persona no?

Criminal pentatónico escribió:6.-La ciudad subterránea

En mis visitas a los subsuelos veía cosas extrañas. Solía achacarlo a las emanaciones de gases de las cloacas, pero deseché esta explicación al experimentar una alucinación de forma recurrente: una criatura antropomórfica con la piel translúcida como un pez abisal, que al verme  se escabullía a un nivel más profundo de las alcantarillas. No fue sencillo reunir el valor para seguirlo, descendiendo durante incontables niveles hasta llegar a una especie de ciudad subterránea. Era similar a la nuestra, salvo que estaba permanentemente iluminada por unas tenues candilejas. No pasó mucho tiempo antes de que esos seres me rodearan, llevándome después a la presencia de lo que parecía ser su sumo sacerdote. Este, con un gesto amable señaló un libro situado en un atril.

—¿qué encontraré en el libro?—pregunté
—La verdad. Ábrelo bajo tu propia responsabilidad

Es así como me convertí en uno de ellos para no volver jamás.

Criminal pentatónico escribió:7.-El valor de los acuíferos

En mis visitas a los subsuelos junto a mi compañero de trabajo íbamos notando que la cantidad de agua de los acuíferos menguaba considerablemente. El agua estaba convirtiéndose en el recurso más preciado a pasos agigantados. Esto no era exclusivo únicamente de nuestra zona, ya que toda Italia empezaba a encontrarse en la misma situación, y compañeros suizos, griegos, españoles, franceses y austriacos nos informaban de que a ellos también les ocurría; por ahora nada más que se salvaban los eslovenos.
Y es que en esta última visita hemos llegado al culmen. Cuando estábamos a punto de llegar al acuífero había dos personas con metralletas custodiándolo. Uno de ellos se acercó a nosotros en tono poco amigable y nos espetó: "decidle a vuestro jefe que este territorio a partir de ahora es de la Camorra".
Así que sí, ya hemos llegado a ese punto, el agua es el nuevo petróleo

Criminal pentatónico escribió:8.-Acabando con mis demonios

En mis visitas a los subsuelos intento moverme lo mas rápido posible. El aire escasea, y últimamente la peste me hace desear estar en esa pequeña cámara lo mínimo necesario. Me llevó bastante tiempo cavarla con suficiente espacio, pero por fin la estaba sacando partido. 
Mientras arrastro los sacos recuerdo a mi padre, siempre insistiendo en que debíamos enterrar nuestros rencores. Cuando por fin le enterramos a él, mi rencor se transformó en alivio y comprendí el verdadero significado de sus palabras. 
Los pego lo máximo posible a las paredes y al amontonarlos veo que alguno se ha roto esparciendo más ese olor y asomando algo de piel. Ahora no parecían tan fieros esos que hace solo unas semanas, me hacían la vida imposible en el instituto. Me siento muy aliviado.
Viendo como ha quedado el habitáculo, creo que he terminado la reorganización, ya hay espacio suficiente para mamá.